lunes, 11 de marzo de 2013

Construyendo Recuerdos - "Prólogo"



Ella estaba considerada por todo el mundo una belleza andante, que además de una gran inteligencia, contaba con uno de los imperios más importantes del mundo tras su apellido.

Él, un galán, de buena presencia y mejor educación, que al igual que ella, disponía de estudios y graduados, y de una inmensa fortuna a sus espaldas, que le acreditaban como uno de los hombres más codiciados del mundo.

Por tanto su falsa relación era la más conocida, comentada, criticada, y como no podía ser de otra manera, envidiada, por todos y cada uno de los mortales que les conocían en persona o por medio del papel cuché, ya fueran reyes o plebeyos.

Llevaban demasiado tiempo aparentando lo que no eran. Tanto que habían caído en la rutina y en el juego que sus familias habían diseñado para ellos.

Su relación era extraña y ambos lo sabían. Eran conscientes de ello desde hacía mucho tiempo. A los ojos del mundo se complementaban perfectamente, conectaban sin esfuerzo, de forma celestial, por esa magia, que muchos, ajenos a ellos, llamaban amor. Y sin embargo, ellos no eran amantes, ni pareja, ni siquiera podían considerarse amigos.

Hacía años, muchos en realidad, que sus familias les habían unido. Un trato no escrito era su sentencia, y el cariño a sus padres, junto con la promesa de no defraudarles, su verdugo.

Desde niños se conocían y habían aparentado lo que ahora, conscientes de lo que todo ello conllevaba, comenzaba a ahogarles. Pues, a pesar de su larga relación, nunca habían conectado ni se habían complementado, ni siquiera nunca se habían entendido en realidad.

Eran tan diferentes, como el agua y el aceite y ese era básicamente su mayor conflicto. Pues aunque en público sabían comportarse complacientemente el uno con el otro, en privado, su relación era una guerra abierta, en la que el único objetivo fijado, consistía en someter al contrario.

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